martes, 24 de noviembre de 2015

Mitos y Leyendas Pre Colombinos

Mito maya sobre la creacion

En la visión maya del cosmos, las cuevas son entradas al acuoso inframundo -el Xibalbá, o Lugar del Miedo-, que desempeña un papel clave en la historia de la creación, según se describe en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas.La leyenda habla de unos hermanos gemelos muy hábiles en el tradicional juego de pelota. Cuando jugaban, hacían tanto ruido que molestaban a los dioses del Xibalbá, quienes los retaron a un torneo. Los dioses vencieron a los gemelos, los sacrificaron y sepultaron sus cuerpos debajo del campo de juego. La cabeza de uno de ellos, Hun Hunahpú, fue colgada de un árbol que producía calabazas con forma humana. Una diosa llamada Xquic oyó hablar del extraño árbol y decidió ir a conocerlo. Cuando se acercó a él, la cabeza de Hun Hunahpú le escupió en la mano, fecundándola. Así concibió a Hunahpú y Xbalanqué, conocidos como los Héroes Gemelos. Con el tiempo se convirtieron en jugadores como su padre y su tío. Los dioses los convocaron al Xibalbá y los vencieron en el campo de juego, molieron sus huesos y los esparcieron en un río, donde los gemelos renacieron, primero como peces y luego como actores itinerantes.
Al regresar al Xibalbá, para tomar venganza, urdieron una trampa. Tras interpretar diversos números asombrosos, Xbalanqué decapitó a Hunahpú y volvió a colocarle la cabeza. Los dioses, encantados con el espectáculo, les rogaron que los decapitaran y les devolvieran la vida también a ellos. Los Héroes Gemelos simularon obedecer y procedieron a decapitar a los dioses. Al final lograron consumar su venganza: se negaron a recomponer sus cuerpos y los derrotaron para siempre. Así fue cómo triunfó el bien sobre el mal, y el mundo estuvo preparado para la creación de los seres humanos. Xbalanqué y Hunahpú emergieron del Xibalbá como el sol y la luna -dones para los mayas- y se elevaron al cielo. Cada día reinterpretan su viaje al mundo del Más Allá y su jubiloso retorno.


La leyenda del Sol y la Luna
Antes de que hubiera día en el mundo, se reunieron los dioses en Teotihuacan.



-¿Quién alumbrará al mundo?- preguntaron.

Un dios arrogante que se llamaba Tecuciztécatl, dijo:

-Yo me encargaré de alumbrar al mundo.

Después los dioses preguntaron:

-¿Y quién más? -Se miraron unos a otros, y ninguno se atrevía a ofrecerse para aquel oficio.

-Sé tú el otro que alumbre -le dijeron a Nanahuatzin, que era un dios feo, humilde y callado. y él obedeció de buena voluntad.

Luego los dos comenzaron a hacer penitencia para llegar puros al sacrificio. Después de cuatro días, los dioses se reunieron alrededor del fuego.

Iban a presenciar el sacrificio de Tecuciztécatl y Nanahuatzin. entonces dijeron:

-¡Ea pues, Tecuciztécatl! ¡Entra tú en el fuego! y Él hizo el intento de echarse, pero le dio miedo y no se atrevió.

Cuatro veces probó, pero no pudo arrojarse

Luego los dioses dijeron:

-¡Ea pues Nanahuatzin! ¡Ahora prueba tú! -Y este dios, cerrando los ojos, se arrojó al fuego.

Cuando Tecuciztécatl vio que Nanahuatzin se había echado al fuego, se avergonzó de su cobardía y también se aventó.

Después los dioses miraron hacia el Este y dijeron:

-Por ahí aparecerá Nanahuatzin Hecho Sol-. Y fue cierto.

Nadie lo podía mirar porque lastimaba los ojos.

Resplandecía y derramaba rayos por dondequiera. Después apareció Tecuciztécatl hecho Luna.

En el mismo orden en que entraron en el fuego, los dioses aparecieron por el cielo hechos Sol y Luna.

Desde entonces hay día y noche en el mundo.

 

EL MITO DE PACHAKAMAQ Y VICHAMA

 Pacha Kamaq, en quechua Tierra de Creador / Soberano del mundo, era una versión de Viracocha, el cual era venerado en la Costa Central del Imperio incaico. Fue considerado el dios creador de la gente que vivía en Perú antes de la conquista Inca. Pachakamaq decidió un crear a un hombre y a una mujer. Pero una vez les hubo dado forma humana y vida, no se preocupó más de ellos y empezaron a pasar hambre. Tanto padecieron que, al final, el hombre murió agotado. La mujer al verse sola, desesperada y hambrienta, salió a extraer raíces para alimentarse y empezó a increpar al Sol. Al oír los lamentos, el Sol se compadeció y bajó a la Tierra, y le infundió sus rayos fecundándola.

A los cuatro días, parió un hijo. Pachakamaq, celoso de que el Sol hubiese intervenido en su obra, la siguió, le quitó el semidios recién nacido y lo mató, despedazándolo en pequeñas partes. La mujer imploró al Sol para que diera castigo a Pachakamaq. El dios mandó a la madre que le entregara el ombligo y el cordón umbilical del niño muerto. Con ello creó un nuevo hijo y se lo dio a la madre diciéndole: se llamará Vichama.


Vichama emprendió un viaje lejos de los suyos y Pachakamaq mató a su madre. Vichama, lleno de ira comenzó a buscar a Pachakamaq para matarle. Pachakamaq decidió sumergirse en el fondo de las aguas del océano y ahí permaneció para siempre. Vichama, dirigió su ira a la gente que Pachakamaq había creado, considerando que eran sus cómplices. Invocó a su padre el Sol y al instante lanzando una maldición convirtió en piedra a los pobladores. Vichama, comenzó a buscar los huesos de su madre para poder resucitarla; al tercer día encontró sus restos, los juntó, les echó un poco de arena, e invocó a su padre; su madre apareció llena de vida.


Al ver Vichama que el mundo estaba sin hombres, le rogó que hiciera una nueva creación y él dejó caer entonces tres huevos, uno de oro, otro de plata y el último de cobre. Del huevo de oro salieron los kurakas, los jefes, y los nobles principales; del de plata, las mujeres de éstos y del de cobre los plebeyos o sea los mitayos, los que trabajaban para el Estado y sus mujeres.

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