Mito maya sobre la
creacion
En la visión maya del
cosmos, las cuevas son entradas al acuoso inframundo -el Xibalbá, o Lugar del
Miedo-, que desempeña un papel clave en la historia de la creación, según se
describe en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas.La leyenda habla de unos
hermanos gemelos muy hábiles en el tradicional juego de pelota. Cuando jugaban,
hacían tanto ruido que molestaban a los dioses del Xibalbá, quienes los retaron
a un torneo. Los dioses vencieron a los gemelos, los sacrificaron y sepultaron
sus cuerpos debajo del campo de juego. La cabeza de uno de ellos, Hun Hunahpú,
fue colgada de un árbol que producía calabazas con forma humana. Una diosa
llamada Xquic oyó hablar del extraño árbol y decidió ir a conocerlo. Cuando se
acercó a él, la cabeza de Hun Hunahpú le escupió en la mano, fecundándola. Así
concibió a Hunahpú y Xbalanqué, conocidos como los Héroes Gemelos. Con el
tiempo se convirtieron en jugadores como su padre y su tío. Los dioses los
convocaron al Xibalbá y los vencieron en el campo de juego, molieron sus huesos
y los esparcieron en un río, donde los gemelos renacieron, primero como peces y
luego como actores itinerantes.
Al regresar al
Xibalbá, para tomar venganza, urdieron una trampa. Tras interpretar diversos
números asombrosos, Xbalanqué decapitó a Hunahpú y volvió a colocarle la
cabeza. Los dioses, encantados con el espectáculo, les rogaron que los
decapitaran y les devolvieran la vida también a ellos. Los Héroes Gemelos
simularon obedecer y procedieron a decapitar a los dioses. Al final lograron
consumar su venganza: se negaron a recomponer sus cuerpos y los derrotaron para
siempre. Así fue cómo triunfó el bien sobre el mal, y el mundo estuvo preparado
para la creación de los seres humanos. Xbalanqué y Hunahpú emergieron del
Xibalbá como el sol y la luna -dones para los mayas- y se elevaron al cielo.
Cada día reinterpretan su viaje al mundo del Más Allá y su jubiloso retorno.
La leyenda del Sol y
la Luna
Antes de que hubiera
día en el mundo, se reunieron los dioses en Teotihuacan.
-¿Quién alumbrará al
mundo?- preguntaron.
Un dios arrogante que
se llamaba Tecuciztécatl, dijo:
-Yo me encargaré de
alumbrar al mundo.
Después los dioses
preguntaron:
-¿Y quién más? -Se
miraron unos a otros, y ninguno se atrevía a ofrecerse para aquel oficio.
-Sé tú el otro que
alumbre -le dijeron a Nanahuatzin, que era un dios feo, humilde y callado. y él
obedeció de buena voluntad.
Luego los dos
comenzaron a hacer penitencia para llegar puros al sacrificio. Después de
cuatro días, los dioses se reunieron alrededor del fuego.
Iban a presenciar el
sacrificio de Tecuciztécatl y Nanahuatzin. entonces dijeron:
-¡Ea pues,
Tecuciztécatl! ¡Entra tú en el fuego! y Él hizo el intento de echarse, pero le
dio miedo y no se atrevió.
Cuatro veces probó,
pero no pudo arrojarse
Luego los dioses
dijeron:
-¡Ea pues Nanahuatzin!
¡Ahora prueba tú! -Y este dios, cerrando los ojos, se arrojó al fuego.
Cuando Tecuciztécatl
vio que Nanahuatzin se había echado al fuego, se avergonzó de su cobardía y también
se aventó.
Después los dioses
miraron hacia el Este y dijeron:
-Por ahí aparecerá
Nanahuatzin Hecho Sol-. Y fue cierto.
Nadie lo podía mirar
porque lastimaba los ojos.
Resplandecía y
derramaba rayos por dondequiera. Después apareció Tecuciztécatl hecho Luna.
En el mismo orden en
que entraron en el fuego, los dioses aparecieron por el cielo hechos Sol y
Luna.
Desde entonces hay día
y noche en el mundo.
EL MITO DE PACHAKAMAQ
Y VICHAMA
Pacha Kamaq, en quechua Tierra de Creador /
Soberano del mundo, era una versión de Viracocha, el cual era venerado en la
Costa Central del Imperio incaico. Fue considerado el dios creador de la gente
que vivía en Perú antes de la conquista Inca. Pachakamaq decidió un crear a un
hombre y a una mujer. Pero una vez les hubo dado forma humana y vida, no se
preocupó más de ellos y empezaron a pasar hambre. Tanto padecieron que, al
final, el hombre murió agotado. La mujer al verse sola, desesperada y
hambrienta, salió a extraer raíces para alimentarse y empezó a increpar al Sol.
Al oír los lamentos, el Sol se compadeció y bajó a la Tierra, y le infundió sus
rayos fecundándola.
A los cuatro días,
parió un hijo. Pachakamaq, celoso de que el Sol hubiese intervenido en su obra,
la siguió, le quitó el semidios recién nacido y lo mató, despedazándolo en
pequeñas partes. La mujer imploró al Sol para que diera castigo a Pachakamaq.
El dios mandó a la madre que le entregara el ombligo y el cordón umbilical del
niño muerto. Con ello creó un nuevo hijo y se lo dio a la madre diciéndole: se
llamará Vichama.
Vichama emprendió un
viaje lejos de los suyos y Pachakamaq mató a su madre. Vichama, lleno de ira
comenzó a buscar a Pachakamaq para matarle. Pachakamaq decidió sumergirse en el
fondo de las aguas del océano y ahí permaneció para siempre. Vichama, dirigió
su ira a la gente que Pachakamaq había creado, considerando que eran sus
cómplices. Invocó a su padre el Sol y al instante lanzando una maldición convirtió
en piedra a los pobladores. Vichama, comenzó a buscar los huesos de su madre
para poder resucitarla; al tercer día encontró sus restos, los juntó, les echó
un poco de arena, e invocó a su padre; su madre apareció llena de vida.
Al ver Vichama que el
mundo estaba sin hombres, le rogó que hiciera una nueva creación y él dejó caer
entonces tres huevos, uno de oro, otro de plata y el último de cobre. Del huevo
de oro salieron los kurakas, los jefes, y los nobles principales; del de plata,
las mujeres de éstos y del de cobre los plebeyos o sea los mitayos, los que
trabajaban para el Estado y sus mujeres.
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